La actuación recupera e integra los entornos del parque (natural/verde) y la iglesia (urbano/plaza) consiguiendo una nueva área pública de esparcimiento, poniendo en valor los elementos identificativos de la historia minera del lugar y manteniendo el carácter del mismo. Para ello se opta por el pavimento de granito y algunos detalles de acero cortén, como en la pasarela que conecta paetonalmente la plaza y el parque.
El área circundante a la iglesia se ha peatonalizado, recuperando el carácter de espacio público para el descanso y la vida social bajo los plátanos de sombra existentes: los bancos circulares crean nuevos espacios de relación apoyados sobre el pavimento concéntrico de adoquín granítico que envuelve la escena, formando dibujos enlazados y enmarcando los árboles existentes. La iglesia recupera la relación con su entorno inmediato mediante un nuevo acceso en rampa de aspecto escultórico, convirtiéndose en referencia urbana que arraiga el nuevo espacio con la historia del lugar.
El parque existente se completa con arbolado ornamental caducifolio y arbolado de ribera. Se crean zonas de sombra y a la vez una barrera natural que impide la visión de las carreteras circundantes. En el entorno de la iglesia se plantan gramíneas y vivaces, por su fácil mantenimiento y su alto valor cromático, enfatizando los valores naturalísticos del entorno.