El parque de Brasil ocupa ocho manzanas del centro de Antofagasta. La intervención recupera el antiguo diseño del mismo con un espacio central longitudinal integrado entre las masas verdes que le separan del tráfico. El camino serpentea y se ensancha creándose zonas estanciales donde se ubican zonas de juego infantiles, sombreaderos, cafeterías y los monumentos existentes.
En los extremos de los bandejones se sitúan plazas de acceso pavimentadas donde se cruzan los diferentes flujos peatonales, dejando en el interior de las manzanas los usos más multitudinarios.
La vegetación se formaliza recuperando las especies de origen complementándolas con zonas de pradera y vegetación arbustiva baja.