En medio de la trama urbana de Berango, asomando como un vigía, saliendo de la fila, destacando por sus ropas, no alineado, surge para ofrecerse, para dar servicio, para crear ciudad, abierto en su planta mas publica, acristalado en su planta baja y entreabierto en sus plantas más intimas. Por delante un gran balcón asoma a la vida ciudadana, saludando al frontón y a los coches que transitan a velocidad lenta por la ciudad. Por detrás muestra sus entrañas, sus comunicaciones, su escalera blanca inmaculada, de noche ingrávida.
El edificio experimenta todos los días el milagro de la vida, amanece entre las brumas del rio, resplandece con la luz del mediodía, entretejiendo sombras, sus cortinas suben y bajan dependiendo de las actividades y cuando cae la tarde se empieza a iluminar hasta convertirse en la caja de luz, que ilumina la calle, para finalmente morir desvaneciéndose en un mundo que fluye.
El edificio consta de dos zonas diferenciadas, que comparten vestíbulo común de acceso: Planta baja, abierta al publico donde se ubica la cafetería. La Planta primera y segunda, de acceso restringido, están situados las dependencias de los jubilados, salas y despachos.
La fachada esta formada por una caja acristalada con una piel de celosía compuesta por tubo metálico que protege de las vistas desde el exterior y tamiza la luz nocturna del interior.